
Te vi distante y nunca supe exactamente por qué, intenté abrir mi corazón pero resultaste algo frio ante mis palabras, quizá hice algo que te molestó, tal vez no era un buen día para vos, pero sentí que intentabas decirme algo a través de tu actitud, me rompí la cabeza descifrando cada cosa, pero nada llegaba a una conclusión razonable.
Decido dejarte en paz, no molestar, ni hablar, tan solo estar a tu lado, acompañarte, abrazarte y escuchar el silencio contigo. Ese silencio que nos mecía como dos criaturas que no piensan en problemas, que no tienen algo que los aturda, ni perturbe sus sueños. Ese silencio que nos arrulla en las noches y nos da cierta paz que no logramos encontrar en ocasiones.
Ahora, en silencio, en paz, todo toma otro color y el ambiente está más distendido, calmado. Ya no es lo que era, de forma extraña dio un giro que me deja en calma y solo me deja disfrutar del tiempo. Tiempo que vale oro. Tiempo que disfruto hasta el último instante.
Estoy serena, con cierta felicidad que invade mi cuerpo sin pedir permiso alguno. Sensación extraña pero encantadora. Creo ver una luz especial alrededor de lo que amo, como un resplandor mágico que hace a algo que ya es hermoso sea aún más bello. Increíble para quien lo escuche, real para quien lo siente. Espectáculo imposible de describir con exactitud. Son sentimientos que se cruzan, sentimientos de una muchacha enamorada que solo quiere hacer feliz a una persona.
Y así es como el tiempo logra tranquilizarme, nunca del todo, pero se acerca. Me siento feliz. Enamorada. Entera. Serena. Todo brilla en mí. Todo brilla a mi alrededor. Las cosas ya no están tan mal. Veo la vida de otro color.
[(Encontré algo sin terminar. Lo terminé. Lo subí.)]